Autor: OG MANDINO
RESUMEN – Parte I
A fin de poner a prueba su habilidad, es enviado a Belén por
su señor Pathros, el gran mercader de caravanas, a vender un solo manto.
Fracasa y, en cambio, en un momento de compasión, regala el manto para abrigar
a un bebé recién nacido en una cueva cerca de la posada. Hafid retorna a la
caravana avergonzado, pero viaja acompañado de una estrella brillante que
resplandece sobré su cabeza. Este fenómeno es interpretado por Pathros en el
sentido de que es una señal de los dioses, y le obsequia a Hafid diez
pergaminos antiguos que contienen la sabiduría necesaria para que el joven
realice todas sus ambiciones. Esta historia obsesionante presenta también los
escritos completos de los pergaminos originales. Hafid aplicó los principios de
éxito, para convertirse en el vendedor más grande del mundo… y lo que esos
principios lograron para él, lo lograrán también para usted…
CAPÍTULO I
Hafid, un hombre ya anciano, pero aparentemente con mucho
dinero, manda a llamar a su tenedor de libros: Erasmo.
Primero le pregunta, cuánto de patrimonio tienen en su
negocio. Erasmo le responde: - calcularía que hay más de siete millones de
talentos de oro.
Ante esto, Hafid le pide que ya no compren más mercancía,
por el contrario que haga los planes necesarios para venderlo todo y
convertirlo en oro. El tenedor de libros abrió la boca sin emitir sonido.
Retrocedió como si algo le hubiese golpeado. —No lo entiendo, señor. Este ha
sido nuestro año más provechoso. Perdóneme mi intrepidez, porque rara vez pongo
en tela de juicio sus directivas, pero esta orden no la puedo entender…
Hafid sonrió y le tomó con suavidad la mano, y le dijo:
Mi gran amigo Erasmo, sé que te sorprende éste pedido. Pero recuerdas
cuál fue la primera orden que te di, cuando empezamos este negocio hace muchos
años.
—Me encargó que sacara todos los años la mitad de las
ganancias de nuestro tesoro y las distribuyera entre los pobres.
— ¿Y no me consideraste en aquella época un hombre de
negocios necio?
— ¿Estás dispuesto a admitir que tu preocupación carecía de
fundamento? —Sí, señor. —Permíteme entonces animarte a que tengas fe en mi
decisión hasta que te explique mis planes.
Hafid le dijo que ahora, él ya estaba viejo, que quería que
todas las ganancias se repartieran entre los más pobres y que sólo conservaría
un poco para vivir su vejez con comodidades. Además le señaló que prepare los
documentos necesarios a fin de transferir el título de propiedad de cada uno de
los emporios al que actualmente lo administra por mí.
Hafid abrazó a su viejo amigo: Te pido que transfieras inmediatamente
50.000 talentos de oro a tu nombre y te ruego que te quedes conmigo hasta que
se cumpla una promesa que hice hace muchísimos años. Cuando esa promesa se haya
cumplido te legaré esté palacio y el almacén a ti, porque estaré entonces listo
para reunirme con Lisha. El anciano tenedor de libros miró fijamente a su
señor, incapaz de comprender las palabras que había oído.
Le dijo: cuando hayas cumplido todas mis órdenes te revelaré
un secreto que no he compartido con nadie, excepto con mi amada esposa, por más
de 30 años.
CAPÍTULO II
Cada uno de los diez gerentes recibió con asombro y en
silencio la noticia de la jubilación de Hafid y
de sus regalos. El imperio
comercial más poderoso de su época había quedado disuelto.
Erasmo regresó. Hafid le preguntó: —¿Has cumplido la misión?
—Sí, la he cumplido. —No te apenes, amigo mío, y sígueme.
Hafid sacó una pequeña llave de su cinto. Abrió una pesada
puerta de roble. Erasmo vaciló hasta que su señor le hizo señas de que entrara
y penetró tímidamente en la sala a la cual no se había admitido a nadie durante
más de tres décadas.
Como tú mismo observas, no hay nada aquí excepto un pequeño
cofre. Los dos hombres se sentaron en cuclillas frente al cofre y Hafid
cuidadosamente procedió a desatar correas de cuero que rodeaban al mismo.
—Aunque esta sala estuviese repleta hasta el techo de
diamantes, su valor no podría sobrepasar al que tus ojos contemplan en este
sencillo cofre de madera. Todo el éxito, toda la felicidad, el amor, la paz
mental y la riqueza que yo he disfrutado, están directamente relacionados con
lo que contienen estos pergaminos.
—Perdóneme, señor, pero ¿por qué es que usted no ha
compartido estos principios con otros, especialmente con aquellos que han
trabajado con usted durante largo tiempo?
—Hace muchos años, estos pergaminos fueron confiados a mi
cuidado, y tuve que prometer bajo juramento que compartiría su contenido solo
con una persona.
… El anciano sonrió, parado allí, encima de los techos de
Damasco, y sus pensamientos se extendieron retrospectivamente a través del
tiempo…
No hay comentarios.:
Publicar un comentario